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domingo, 17 de junio de 2018

De lechuzas y cárabos


    


   
Hace no más de dos décadas, en la campiña sevillana, la bella lechuza blanca (Tyto alba) reinaba las noches por encima de cualquier otra rapaz nocturna.
La abundancia de mochuelos (Athene noctua) no importaba a la dama blanca ya que respetaban sus lugares de nidificación.
Mochuelo (Athene noctua)
Búho chico (Asio Otus)
Los mochuelos anidaban en los árboles y no osaban a ocupar los edificios donde anidaba la lechuza. Los autillos (Otus scops) se oían con frecuencia y tanto el búho chico (Asio otus) como el real (Bubo bubo), estaban relegados a pequeños bosquetes isla entre cortijos o torres antiguas en los pocos puntos altos de la región o a algún que otro edificio urbano siempre y cuando pasaran desapercibidos de los ojos de los supersticiosos.

Pero había una rapaz nocturna que a pesar de su descarado reclamo, se dejaba oír poco, quizás por la ausencia de árboles en la zona, donde preferentemente anidaban: el cárabo (Strix aluco)
Cárabo (Strix aluco)
La población de lechuza empezó a decaer y los mochuelos, aunque no aumentaron su población, empezaron a anidar en los huecos de las construcciones donde antes lo hacían las lechuzas. Con el paso del tiempo, las lechuzas se veían con menor frecuencia y el canto del cárabo empezaba a acercarse a los pueblos. Cada vez era más frecuente encontrar un pollo de cárabo en un parque urbano o en una casa abandonada y cada vez se veían más atropellados.
La expansión del cárabo se hacía evidente en la zona, mientras que la lechuza blanca desaparecía de los campos que no hace mucho dominó.
Lechuza blanca (Tyto alba)

Cárabo (Strix aluco)
Podría decirse que el cárabo ha tenido una capacidad de adaptación mayor que la lechuza blanca y ha ido ocupando el nicho ecológico que iba dejando la lechuza e incluso a veces, desplazándola de forma activa. La versatilidad de la dieta del cárabo también ha podido jugar un papel importante en la expansión de éste en detrimento de la lechuza, cuya dieta es bastante específica (roedores principalmente y aves en bastante menor medida). Es evidente el descenso del tipo de presas de la lechuza, pero también lo es el descenso de anfibios, reptiles e invertebrados que completan la dieta del cárabo, por lo que comer más tipos de presas se entiende como un factor muy relevante. También lo es la versatilidad que tiene a la hora de anidar.

El uso de veneno es uno de los responsables de la regresión que sufre  la lechuza y su vinculación a medios antrópicos puede ser un problema añadido. Las poblaciones urbanas de la zona casi han desaparecido y esto puede deberse a que cuanto más cerca se encuentra del ser humano más probabilidades tiene de estar en contacto con roedores envenenados. Aunque esto no explica la regresión de las poblaciones en general (no solo las poblaciones urbanas), por lo que está claro que hay muchos factores que debemos conocer y estudiar para intentar poner remedio a tan importante problema ecológico que supone esta situación.
Actualmente la población de lechuzas ha experimentado un retroceso en el sur de España de un 50%, dato más que alarmante. Sobre cárabos no hay censos específicos, pero es más que evidente que están colonizando (o recolonizando) nuevos territorios donde en un pasado cercano no estaban presentes.  


Restos de ave predado por lechuza en una puesta
abandonada (Foto:Willy Carmona)