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jueves, 21 de junio de 2018

Fototrampeando aves (y roedores).

Por la noche, suelen ser los simpáticos roedores como ratas y ratones los que en tan solo unas horas pueden dejarte la cámara trampa sin pilas, debido a la gran curiosidad curiosidad que sienten por elementos extraños. Ya en los años setenta, Félix Rodriguez de la Fuente demostró que los ratones memorizan los obstáculos para tener vías de escape en caso de algún ataque por parte de un predador por lo que es lógico que ante un elemento como la cámara (que además, si es made in china contiene harina de pescado por lo que es un atrayente) se muestren curiosos y la analicen detenidamente.
Pero de día las pilas de nuestras cámaras tampoco están a salvo. Muchísimos son los pájaros que se acercan a la cámara y se llevan minutos delante de ella haciendo saltar una y otra vez el sensor que la activa. Son tantos que no parece una casualidad. Los gastapilas por excelencia suelen ser los petirrojos, seguidos de los papamoscas y los mirlos.
Normalmente suelo intentar grabar mamíferos por lo que las grabaciones de aves casi siempre son casuales y los vídeos suelen quedar en el olvido. Por esta razón he decidido hacer una recopilación con la gran variedad de especies de aves que han pasado por delante de las cámaras o que directamente han posado para ella.

martes, 19 de junio de 2018

Los rastros del morito (Plegadis falcinellus)


En una escorrentía sobre un campo de cultivo, producto del excesivo uso del arado, junto al desbordado arroyo El Salado de Morón dirección al pantano Torre del Águila y después de haber atravesado la escarpada orografía del Mogarejo, se encontraba este bello y solitario ejemplar de morito común (Plegadis falcinellus). Estaba perforando insistentemente con su largo y curvado pico  el fango de la orilla e incluso lo hacía dentro del agua, buscando cualquier alimento que llevarse a la boca.
Rastros de morito



El morito común se alimenta principalmente de crustáceos y demás invertebrados acuáticos, tales como gasterópodos, anélidos, insectos y sus larvas (coleópteros, ortópteros, tricópteros, dípteros, odonatos, etc) y en menor medida, de peces, anfibios y sus larvas e incluso reptiles ocasionalmente. Junto el morito, había un chorlitejo chico (Charadrius dubius) que también buscaba comida y una pareja de cigüeñuelas (Himantopus himantopus) en su nido que se ponían alerta cada vez que el morito se acercaba más de la cuenta. Además, alcaudones (Lanius senator y L. meridionalis), abejarucos (Merops apiaster), pardillos (Carduelis cannabina), jilgueros (Carduelis carduelis), verdones (Chloris chloris), verdecillos (Serinus serinus), ruiseñores (Luscinia megarhynchos), zarceros (Hippolais polyglotta)y hasta un meloncillo (Herpestes ichneumon) que se acercó a beber agua completaban la observación del día. Todo esto observado desde un sendero de corto recorrido transitable con vehículos de motor y cercano a varios núcleos urbanos, por lo que se convierte en un lugar donde personas con movilidad reducida pueden disfrutar de una actividad tan gratificante como la observación directa de animales sin causarles ninguna molestia alguna.
Pero me centré en el morito y en las cerca de dos horas que se llevó picoteando sin parar, toda la orilla de la escorrentía dejando a su paso cientos de metros de sus rastros. De hecho, yo me fui y el morito siguió en su quehacer durante no sé cuánto tiempo más.



Antes de irme, aprovechando que el morito ya se había alejado unos 300 ó 400 metros de donde yo estaba, me acerqué a observar y documentar sus rastros, no tanto por sus huellas sino por las miles de marcas que había a lo largo de la orilla, producto de su constante búsqueda de alimento y que, de no haberlo visto cómo los hacía, difícilmente habría podido adivinar su autoría, sobre todo porque se trata de un ejemplar solitario que lleva unos meses viviendo en la zona.

El morito común (Plegadis falcinellus) es un ave El morito es un ave de la familia de los Threskionithidae, cada vez más abundante en las zonas aledañas a las marisma
s del Guadalquivir. Hace tiempo que recoloniza lugares donde antaño habitaban y vuelven a establecerse con bastante estabilidad y signos de expansión, al parecer, favorecida por el cambio climático (entre otros factores). Aunque es un ave de comportamiento migratorio, las poblaciones españolas son residentes y solamente realizan cortos  desplazamientos en determinadas épocas para buscar alimento y vuelven a las colonias de cría para reproducirse.







domingo, 17 de junio de 2018

De lechuzas y cárabos


    


   
Hace no más de dos décadas, en la campiña sevillana, la bella lechuza blanca (Tyto alba) reinaba las noches por encima de cualquier otra rapaz nocturna.
La abundancia de mochuelos (Athene noctua) no importaba a la dama blanca ya que respetaban sus lugares de nidificación.
Mochuelo (Athene noctua)
Búho chico (Asio Otus)
Los mochuelos anidaban en los árboles y no osaban a ocupar los edificios donde anidaba la lechuza. Los autillos (Otus scops) se oían con frecuencia y tanto el búho chico (Asio otus) como el real (Bubo bubo), estaban relegados a pequeños bosquetes isla entre cortijos o torres antiguas en los pocos puntos altos de la región o a algún que otro edificio urbano siempre y cuando pasaran desapercibidos de los ojos de los supersticiosos.

Pero había una rapaz nocturna que a pesar de su descarado reclamo, se dejaba oír poco, quizás por la ausencia de árboles en la zona, donde preferentemente anidaban: el cárabo (Strix aluco)
Cárabo (Strix aluco)
La población de lechuza empezó a decaer y los mochuelos, aunque no aumentaron su población, empezaron a anidar en los huecos de las construcciones donde antes lo hacían las lechuzas. Con el paso del tiempo, las lechuzas se veían con menor frecuencia y el canto del cárabo empezaba a acercarse a los pueblos. Cada vez era más frecuente encontrar un pollo de cárabo en un parque urbano o en una casa abandonada y cada vez se veían más atropellados.
La expansión del cárabo se hacía evidente en la zona, mientras que la lechuza blanca desaparecía de los campos que no hace mucho dominó.
Lechuza blanca (Tyto alba)

Cárabo (Strix aluco)
Podría decirse que el cárabo ha tenido una capacidad de adaptación mayor que la lechuza blanca y ha ido ocupando el nicho ecológico que iba dejando la lechuza e incluso a veces, desplazándola de forma activa. La versatilidad de la dieta del cárabo también ha podido jugar un papel importante en la expansión de éste en detrimento de la lechuza, cuya dieta es bastante específica (roedores principalmente y aves en bastante menor medida). Es evidente el descenso del tipo de presas de la lechuza, pero también lo es el descenso de anfibios, reptiles e invertebrados que completan la dieta del cárabo, por lo que comer más tipos de presas se entiende como un factor muy relevante. También lo es la versatilidad que tiene a la hora de anidar.

El uso de veneno es uno de los responsables de la regresión que sufre  la lechuza y su vinculación a medios antrópicos puede ser un problema añadido. Las poblaciones urbanas de la zona casi han desaparecido y esto puede deberse a que cuanto más cerca se encuentra del ser humano más probabilidades tiene de estar en contacto con roedores envenenados. Aunque esto no explica la regresión de las poblaciones en general (no solo las poblaciones urbanas), por lo que está claro que hay muchos factores que debemos conocer y estudiar para intentar poner remedio a tan importante problema ecológico que supone esta situación.
Actualmente la población de lechuzas ha experimentado un retroceso en el sur de España de un 50%, dato más que alarmante. Sobre cárabos no hay censos específicos, pero es más que evidente que están colonizando (o recolonizando) nuevos territorios donde en un pasado cercano no estaban presentes.  


Restos de ave predado por lechuza en una puesta
abandonada (Foto:Willy Carmona)






viernes, 15 de junio de 2018

El lince que susurraba a los humanos.

En un lugar de Sevilla, en un área recreativa muy conocida y muy transitada, por donde pasan todas las semanas cientos de personas, donde está permitido el tránsito de vehículos a motor, donde hay aparcamientos, donde hacen maniobras militares, donde pasta el ganado, donde se realizan todo tipo de actividades legales al aire libre como el senderismo, el running, el ciclismo, el motocross, el quad e incluso la caza. En un lugar donde de manera legal (no lo olvidemos) miles de tractores y todoterrenos abarrotados de romeros campan a sus anchas por el medio natural causando un impacto obvio tan fácil de comprobar como ir a dar una vuelta por el lugar días más tarde de la celebración. Un lugar donde las administraciones asfaltan caminos y destruyen la flora y hábitat de las lindes para facilitar el paso de las cofradías. Ahí, en ese lugar, donde se fomentan actividades legales (sostenibles o no), donde a todas luces parecería un sitio inhóspito para la fauna salvaje, vive sorprendentemente el lince. La gran abundancia de conejos es la clave para que este animal, en principio esquivo, habite una zona tan humanizada sin ningún pudor. Son varios factores los que hacen que estos animales se muestren "tan confiados". Por un lado, su papel de superpredador hace que no tenga nada que temer, ya que al encontrarse en lo alto de la cadena trófica, no tiene predadores naturales. También puede influir el hecho de que al ser un área recreativa donde van miles de personas al año y al constante manejo de algunos ejemplares por parte de las administraciones, hayan llegado a acostumbrarse al excesivo contacto humano al que a veces son sometidos.
En ese lugar, el biólogo Enrique Muñoz, ha hecho varios estudios y seguimientos de rapaces como cernícalo o lechuza blanca. Con él me encontraba para echarle humildemente una mano para estudiar el desplazamiento que sufre en la zona la lechuza blanca con respecto al cárabo.
Acabábamos de llegar, casi a la vez. Aparcamos en los aparcamientos y yo me bajé del coche para recibirlo. Comenzamos una charla antes de empezar con el trabajo, aún ni habíamos cerrado las puertas de los coches, cuando de repente, el silencio de la noche se vio interrumpido por los inconfundibles gruñidos del lince. Eran una hembra adulta con sus dos crías, que se acercaban jugando, gruñendo y corriendo hacia nosotros sin importarles para nada nuestra presencia. Nos quedamos de piedra, sin respirar ni hacer ruido para no molestar. Luego se tranquilizaron e hicieron el amago de irse cuando de repente la hembra se acercó a mi coche, lo bordeó y capturó un conejo delante nuestra, a escasos metros. Cuando pensábamos que la cosa no podía ser mejor, la hembra se sentó delante nuestra a comerse el conejo y nos regaló los mejores 20 minutos de nuestras vidas.
Mientras la hembra se comía al lagomorfo, se oían a los dos cachorros gruñir, escondidos tras unos matorales a un par de metros de la madre.
Lo mejor es que pudimos documentar un comportamiento que llevábamos tiempo observando: cuando la abundancia de conejos lo permite, los linces pueden permitirse el lujo de comerse solo la parte más nutritiva (jugos encefálicos) y desechar el resto, siendo habitual encontrar varios conejos decapitados y sin comer el resto del cuerpo.
También pudimos documentar que la hembra limpia el cadáver del conejo antes de dárselo a sus crías, eliminando estómago e intestinos con precisión de cirujano.
Restos de intestinos y excrementos del conejo predado
Cuando la hembra acabó de comerse la cabeza y de limpiar el cuerpo del conejo, se marchó a los matorrales altos donde esperaban sus crías, saliendo de nuestro campo de visión y por tanto acabándose el espectáculo para nosotros.
Si alguna vez tienes la suerte de que un lince se cruce en tu camino, párate, cállate y disfruta del momento. Molestar y perseguir a los animales salvajes no es ético ni legal.

Como dato decir que las últimas tres lechuzas blancas encontradas estaban muertas y que en este muestreo no la pudimos detectar.
                                                                                                                           Vídeo del lince matando, comiendo y despiezando al conejo
                                                                                














jueves, 14 de junio de 2018

La serpiente de mirada inquietante: La culebra bastarda (Malpolon monspessulanus)

CULEBRA BASTARDA (Malpolon monspessulanus)
Orden: Escamosos
Familia: Lamprophiidae
Género: Malpolon
La culebra bastarda es una bella serpiente de mirada inquietante e inconfundible. Es la serpiente más grande de España llegando a medir hasta cerca de 2,5 metros los individuos más longevos (hasta 25 años). Un rasgo muy característico de la espacie es que tiene las escamas supraoculares deprimidas, dándole un aspecto de enfado-agresividad a su mirada. Los machos adultos suelen ser de color verde oscuro uniforme, con una mancha negra detrás del cuello. Las hembras son de color más apagado, parduzco y con un patrón variegado, al igual que los juveniles. Es la serpiente más social, pudiendo estar con su misma pareja toda la vida a la que incluso regala presas que caza para ella. Forman grupos donde el macho alfa impregna a sus otros dos compañeros con una sustancia para poder reconocerlos como del mismo grupo y defienden su territorio juntos, contra la presencia de otras serpientes que osen a penetrar en sus dominios. Es una serpiente opistoglifa, esto es, que posee unos colmillos en una posición muy interna de la boca que sirven para inocular un veneno para paralizar a las presas una vez que ya las está engullendo, por lo que es prácticamente imposible que llegue a inoculárselo a un ser humano. En cualquier caso, su veneno es inocuo para el ser humano, por lo que la culebra bastarda NO ES PELIGROSA
Es una serpiente muy versátil en cuanto a ocupar biotopos. Campos de cultivo, pequeños bosquetes, urbanizaciones, y en general, zonas con vegetación e incluso graneros, granjas y bordes de carreteras con vegetación descuidada, ya que utilizan habitualmente el calor del asfalto para termorregularse. No le gustan los terrenos húmedos como ambientes lacustres.
El 40% de sus presas son roedores, por lo que su importancia ecológica está más que justificada. Su alimentación varía mucho debido a la variación de tamaño que sufren a lo largo de su vida. Al nacer se alimentan de insectos, pero también capturan muchas lagartijas, alimento predominante los pimeros años de vida. Entre los 5 y 7 años ya come ratones, culebrillas ciegas, lagartijas de mayor tamaño en incluso pequeños lagartos. Hasta los 10 años (80-120 centímetros)  empieza a comer pequeños pollos de aves y a partir de esa edad, el tamaño de sus presas aumenta. "A medida que van cumpliendo años y creciendo, sus presas también lo hacen, predando sobre pollos de garzas, aves de mediano tamaño, ratas, conejos e incluso otras serpientes de gran tamaño" (José Antonio Valverde).
El celo y el acoplamiento de estas culebras se da en primavera, la puesta (8-12 huevos) a principios de verano y los nacimientos entre agosto y septiembre.







La primera entrada de mi blog. Ficha básica del gallipato, el animal más alucinante del mundo.

GALLIPATO (Pleurodeles waltl)
Orden: Urodelos
Familia: Salamándridos
Género: Pleurodeles
Es el anfibio urodelo (con cola) más grande de Europa y es un endemismo limitado a la centro sur de la península ibérica. El género pleurodeles lo comparten tres especies, el gallipato (que es el nuestro) y otros dos que habitan en Argelia y Túnez, por lo que es un animal único en el mundo y es una suerte contar con su presencia en nuestro término municipal. La coloración de fondo puede ser gris, marrón o verdosa, con jaspeados más oscuros y diseños muy diferentes entre sí. Poseen unos puntos naranjas en los costados que coinciden con las costillas, teniendo la capacidad de sacarlas al exterior como técnica de defensa. Tiene 4 dedos en las patas delanteras y 5 en las traseras. Fue muy abundante hace unos años, pero últimamente las poblaciones están desapareciendo debido, entre otras cosas, a la destrucción de charcas, abrevaderos o albercas que usaban tradicionalmente en la zona para reproducirse. Suelen ser nocturnos y de hábitos tanto terrestres como acuáticos, dependiendo de la disponibilidad de agua. Es habitual verlos en noches lluviosas o días nublados cruzando las carreteras en busca de charcas donde reproducirse, por lo que los atropellos son una amenaza para esta especie.

A pesar de ser un anfibio, y por tanto necesitar del agua para su reproducción, el gallipato puede ocupar zonas sin masas de agua cercanas aparentes. Campos de cultivo, márgenes de caminos o llanuras con algo de vegetación forman parte de su biotopo, siempre y cuando que el suelo sea poco compacto y puedan enterrarse o en su defecto abunden piedras y troncos que puedan servirle de refugio. Las zonas secas que habitan suelen ser lagunas o charcas temporales que se han secado, si bien, también pueden estar lejos de las zonas de reproducción y desplazarse hacia ellas recorriendo grandes distancias. Dicho todo esto, las zonas más húmedas o con masas de agua que duren todo el año, son hábitats más propicios para la especie, siempre y cuando no haya corrientes fuertes, por lo que es más fácil verlos en un charco o un abrevadero que en un río o arroyo.
Es un animal con apetito voraz. Es capaz de comer cualquier alimento que le entre por la boca, dándose casos de muertes por ahogamiento debido a capturar presas tan grandes que no han podido tragar. Comen carroña, restos vegetales, pequeños anfibios (incluídos gallipatos más pequeños y sus larvas) y en general cualquier invertebrado o animal acorde a su tamaño, tanto terrestres como acuáticos.
La reproducción suele producirse con las primeras lluvias otoñales. Las charcas temporales se llenan, y los gallipatos, que estaban brumando enterrados en el fondo de la charca, emergen y comienza el celo. El amplexo es axilar y puede durar incluso días. Las hembras van poniendo los huevos (30-800, aunque pueden superar los mil) uno a uno en el sustrato o en las plantas acuáticas. La eclosión de los huevos sucede entre 3-30 días, siendo lo normal dos semanas. El desarrollo larvario depende de las condiciones climáticas, pero suele darse entre 3 y 4 meses, pudiendo permanecer en las charcas en estado larvario hasta el año siguiente.
Larvas: Cuando nacen miden 1 mm, pero antes de la metamorfosis pueden llegar a medir hasta 10 centímetros. La cresta dorsal empieza en el extremo posterior de la cabeza y se va haciendo más baja según se acerca al extremo de la cola, que acaba en punta. Tiene cuatro patas y las branquias externas forman una especie de plumero muy llamativo, característica que las diferencia de los renacuajos de los anuros.